Escribir es jodidamente difícil.
Así de clara y Tarantinianamente lo digo.
Este mes el blog va a ser “TEMÁTICO”.
Va a estar, casi exclusivamente, dedicado al tema del guión. Así que, a los que no les interese... nos vemos el uno Abril!! Para los demás... ¿Qué queréis? Me apetece ir hablando del progreso (o muerte) de este proyecto. Es como hacer un viaje y la verdad es que me motiva el ir dando constancia del progreso en este espacio. Además me parece algo divertido el intentar compartir y comparar lo que es el proceso creativo con aquellos que queráis participar con vuestras experiencias. Cada uno tiene su método. Yo pongo los míos pero si alguien tiene sugerencias o quiere comentar cual es el método que sigue para crear una historia, o un cuadro, o una canción, o un puzzle de 25 piezas... pues genial.
Capítulo 1Algunos me preguntan: “¿Tienes ya alguna idea sobre el tema de la película?” y la respuesta suele ser: “Vagamente”. De momento sólo tengo un titular que a mi me parece que pinta bien y que, además, casa con la idea de lo que me apetece escribir, que es una comedia-dramática. Era un buen punto de partida y en medio de todo ello había un personaje (un hombre de unos 57 años) que me parecía que podía ser interesante. Desde que se me ocurrió aquel germen de historia no lo había pensado mucho más porque cuando me despedí de Globo me surgió rápidamente un encargo, una cosa pequeña –aunque entretenida- que me cubría justo el resto del mes. El trabajo ha sido agradable, creo poder decir que han quedado bastante satisfechos con lo que les he entregado y ahora... ¡Se acabó! Vuelvo a estar en el paro total y eso significa que ya no tengo excusa. ¡Ha llegado la hora improrrogable!
Y no estaba preparado para el miedo que, de pronto, eso me iba a hacer sentir.
Y no hablo del miedo al paro, no.
Hablo del miedo a esta pequeña trampa que yo mismo me he creado y que sigo creando con cada una de estas letras. De pronto me he sentido como un bocazas... (ya, ya, lo sé, podéis ahorrároslo) ¡¿Por qué he tenido que decir nada?! Una película en un mes... es mucho curro. Lo mejor habría sido trabajar como una hormiguita y, en caso de que lo lograse, decir “Ey, ¿Sabéis qué? Me he escrito una película” Eso sería lo más inteligente pero yo... bueno, dejémoslo en que yo funciono de otra manera. Y, por ejemplo, creo sinceramente que hoy mismo me habría rendido ante el pánico a la hoja en blanco de no haber sido por toda esta presión que me estoy inventando: ¡Ya no hay marcha atrás!
Ha sido un horror. Hacía mucho que no sentía una angustia igual y de pronto la idea que el otro día me parecía tan satisfactoria ahora no era nada atractiva, todo era una vago y poco interesante. Eso me suele ocurrir, la historia me decepciona y busco algo que sea perfecto. Así que, como sé que ese es uno de mis fallos, me he dicho que esta vez (aunque sólo sea como ejercicio) tenía que comprometerme con esa idea. Así que, con esa premisa, he puesto el nombre de un personaje secundario en el ordenador y he querido escribir sobre cómo es, qué piensa, qué siente... no me salía nada. He visto al gigante de piedra de la historia interminable diciendo “La nada... llega la nada!”
Rápidamente mi mente ha ido a otros quehaceres. Podría lavar los cacharros, podría arreglar la casa, podría inventarme que es fundamental que ponga otra lavadora... pero realmente nada era necesario. Lo único que realmente urge es empezar esta tarea. ¡Venga! ¡Crea una historia!
Y como cada uno tiene su método yo me he cogido una carta cerrada que tenia sobre la mesa (de una óptica del barrio) y un boli. Me he puesto el abrigo y... ¡a caminar y pensar! A mi ese sistema me funciona, como buen peripatético (gracias por el término, Jacob) me funciona mejor la cabeza mientras camino. De vez en cuando pienso en que la gente debe verme como un zombi, porque voy mirando al suelo, con el ceño fruncido y con esa velocidad indeterminada de quien no pretende llegar a ningún sitio. Pimba pimba pimba... me llama una amiga por teléfono y le cuento casi todo lo que tengo pensado. Lo interpreto como una buena señal, siempre le cuento las historias que me invento a Ana, las sigue con verdadero interés y sus aportaciones son buenas. Además, cuando expresas algo en voz alta lo razonas más y mejor. Ojalá tuviera un “acompañador” una persona que anduviera conmigo y cuya labor se limitase a asentir y hacer “Ajá, sí, ajá” cada vez que yo –por vigésimo octava vez- cuento lo que creo que va a ocurrir.
Cada vez que se me ocurre algo que creo interesante lo apunto en la carta de la óptica y poco a poco la historia va saliendo de forma más o menos orgánica. Personajes que antes no tenían casi importancia la van cobrando, también pasa al revés... ya sabéis.
El caso es que cuando he llegado a casa (Como unas 3 o 4 horas después de salir) tenia algunas ideas que me hacían sentir satisfecho, y una visión más generalizada de por donde quiero que vaya la historia. ¡Vaya, esta vez ha funcionado! Al menos se me ha ocurrido algo que me gusta como final (O al menos uno de los finales) y eso siempre es bueno. ¿Cosas malas? Se me han ocurrido más cosas dramáticas que cómicas, la balanza de momento está descompensada.
Al llegar a casa he pasado olímpicamente de la carta. Aún está en el bolsillo del abrigo. Ha sido un día provechoso pero no quiero marear más las ideas. Mañana quizás –aún no sé si los fines de semana serán días de relax para estar fresco durante la semana- leeré lo que he escrito e imagino que me quedaré con algunas cosas y tiraré otras.
El caso está en que, al menos en mi mente, va tomando forma. Veremos a ver cómo sigue. Hoy dormiré satisfecho.