Sólo sé que sigo sin saber nada

miércoles, diciembre 16, 2009

Finanzas

La cosa está complicada.

El trabajo sigue escaseando y he decidido que ni siquiera voy a buscar otra cosa porque, como siempre, el proyecto en el que estoy embarcado “está a punto de salir”. Si a mediados de enero no ha sido así… ya no podré esperar más.

Y es que, a lo tonto, son varias las cosas que tengo que pagar y más aún las que tendré que pagar dentro de poco. ¡Cada euro cuenta! Y de todos los gastos el que más me mortifica es el de un crédito que pedí hace años para poder pagar la reforma de Leganés. No la de la ciudad, la de mi pequeño piso que, maldita sea, ahora no consigo alquilar. Me molesta ese crédito porque, además del perjuicio evidente, es un dinero que siento que sigo pagando al cabronazo estafador que hizo la obra.

El caso es que el otro día acudí al banco con el que tengo el crédito para preguntar cuánto tiempo me queda para cubrir ese préstamo. Sabía que debía pagar hasta finales del 2010, pero quería saber –exactamente- el día. El cajero me dice entonces que el pago mensual ha finalizado el mes pasado, es más, tengo ahí 500 euros. ¿Ya no tengo que pagar más? ¿Cómo es posible? De pronto me acuerdo de que –en otra vida- recibí un dinero extra, y decidí usarlo en tapar todo lo posible ese agujero. Lo hice y lo olvidé. Por suerte el banco sí lo recuerda y ahí está el precipitado final de mi deuda.

Salgo de la sucursal flotando. De pronto ya soy dueño de mi reforma (Aunque no lo sea del piso) y se acabó esa horrible mensualidad. Pero lo que más me gusta es la sensación de que mi yo pasado ha venido al presente para echarme un cable.

Cuando más falta me hacía... vengo yo y me salvo.

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