Guía rápida para vivir y jugar mejor
Hay dos prácticas entre vosotros, humanos normales, que están muy extendidas y que a mi me cuesta entender.
La primera es tirarse de los pitos en el primer descarte del mus.
A ver, si los reyes, caballos y sotas son 10 puntos, y además los treses cuentan también como figuras... hay hasta 16 cartas que si te tocan suman los ansiados 31 puntos. Si mantienes el pito ya tienes la 1 que hace falta. Por tanto un pito de primeras dadas es una buena carta. A mi me parece, desde luego, mucho mejor que quitarse todo y empezar de cero, en especial cuando ya ha habido un descarte y eso reduce el número de cerdos que te pueden tocar. Luego está la variante, algo más arriesgada, de quedarse con dos pitos o con un pito y un rey. Esta última hace que a mi, en particular, sea bastante posible que en segunda mano tenga duplex gallegos. Así que eso de “Jugador de chica perdedor de mus” es una tontería.
La segunda cosa es esta actitud que tanto se ve en época estudiantil pero que aún hoy en día colea. Sales de un examen que te ha salido regular y yo decía “Creo que he aprobado” otros decían “Yo creo que he suspendido”. Unos días más tarde el profesor de turno me comunicaba mi suspenso, mientras que mi amigo pesimista –de vez en cuando- aprobaba. Esto molesta un montón. Yo le decía a mi compañero/a (Generalmente “a”, pues ese pesimismo es más inherente en estudiantes chica) “¿No decías que creías haber suspendido? Para qué lo dices si te salió tan bien como para aprobar!” Yo, además de por el suspenso, estaba indignado porque creo que, de algún modo, si has hecho bien un examen pero ni tú mismo lo sabes estás demostrando una cierta incapacidad que debería ser castigada con el suspenso inmediato, la otra explicación es que te guste, porque eres un ser retorcido, esa sensación de falsa remontada que dejas ante los compañeros cuando has comentado tu pesimismo. Pero la explicación más habitual es “Yo me hago a la idea de que he suspendido y así, si suspendo, ya lo tengo asumido y no me llevo un chasco. Y si apruebo... pues qué alegría” Hace falta ser burro.
Vamos a ver.
Pongamos que la felicidad media de una persona es igual a 5
Si el creer que has aprobado te lleva a 6
Si el convencerte de que has suspendido te pone en un 3
Si la alegría por aprobar te eleva a 8
Si la tristeza por suspender te coloca en un 2
Y si la media de días que se tarda en corregir un examen es 7 y el número de días durante los cuales arrastramos la pena/alegría por el resultado es de aproximadamente 3 días....
La persona que dice “He aprobado” suma:
6fe (unidades de felicidad) x 7 (días) + (2x3 arrastre del suspenso) el total es de 48 puntos de felicidad conseguidos en 8 días.
La persona que dice “He suspendido” suma:
3fe (unidades de felicidad) x7 (días) + (8x3 alegría del aprobado) el total es de 45 puntos de felicidad conseguidos en 8 días.
Como 48>45 la ecuación inteligente es ver la botella medio llena.
Lo mismo con el amor, las enfermedades, las obras de casa... es un puto agobio durante cualquier proceso de éxito o fracaso estar mentalizándose de la derrota . La victoria alegra lo mismo y la derrota igual porque eso de “subir para caer con más fuerza” es también una mentira. Si te caes, te caes y la capacidad de optimismo también es un plus en la casilla de "velocidad de recuperación" Que lo sepais.
Me alegro de haber dejado estos puntos aclarados.
Id por el mundo y proclamad la buena nueva!
Y echamos un mus cuando queráis.
La primera es tirarse de los pitos en el primer descarte del mus.
A ver, si los reyes, caballos y sotas son 10 puntos, y además los treses cuentan también como figuras... hay hasta 16 cartas que si te tocan suman los ansiados 31 puntos. Si mantienes el pito ya tienes la 1 que hace falta. Por tanto un pito de primeras dadas es una buena carta. A mi me parece, desde luego, mucho mejor que quitarse todo y empezar de cero, en especial cuando ya ha habido un descarte y eso reduce el número de cerdos que te pueden tocar. Luego está la variante, algo más arriesgada, de quedarse con dos pitos o con un pito y un rey. Esta última hace que a mi, en particular, sea bastante posible que en segunda mano tenga duplex gallegos. Así que eso de “Jugador de chica perdedor de mus” es una tontería.
La segunda cosa es esta actitud que tanto se ve en época estudiantil pero que aún hoy en día colea. Sales de un examen que te ha salido regular y yo decía “Creo que he aprobado” otros decían “Yo creo que he suspendido”. Unos días más tarde el profesor de turno me comunicaba mi suspenso, mientras que mi amigo pesimista –de vez en cuando- aprobaba. Esto molesta un montón. Yo le decía a mi compañero/a (Generalmente “a”, pues ese pesimismo es más inherente en estudiantes chica) “¿No decías que creías haber suspendido? Para qué lo dices si te salió tan bien como para aprobar!” Yo, además de por el suspenso, estaba indignado porque creo que, de algún modo, si has hecho bien un examen pero ni tú mismo lo sabes estás demostrando una cierta incapacidad que debería ser castigada con el suspenso inmediato, la otra explicación es que te guste, porque eres un ser retorcido, esa sensación de falsa remontada que dejas ante los compañeros cuando has comentado tu pesimismo. Pero la explicación más habitual es “Yo me hago a la idea de que he suspendido y así, si suspendo, ya lo tengo asumido y no me llevo un chasco. Y si apruebo... pues qué alegría” Hace falta ser burro.
Vamos a ver.
Pongamos que la felicidad media de una persona es igual a 5
Si el creer que has aprobado te lleva a 6
Si el convencerte de que has suspendido te pone en un 3
Si la alegría por aprobar te eleva a 8
Si la tristeza por suspender te coloca en un 2
Y si la media de días que se tarda en corregir un examen es 7 y el número de días durante los cuales arrastramos la pena/alegría por el resultado es de aproximadamente 3 días....
La persona que dice “He aprobado” suma:
6fe (unidades de felicidad) x 7 (días) + (2x3 arrastre del suspenso) el total es de 48 puntos de felicidad conseguidos en 8 días.
La persona que dice “He suspendido” suma:
3fe (unidades de felicidad) x7 (días) + (8x3 alegría del aprobado) el total es de 45 puntos de felicidad conseguidos en 8 días.
Como 48>45 la ecuación inteligente es ver la botella medio llena.
Lo mismo con el amor, las enfermedades, las obras de casa... es un puto agobio durante cualquier proceso de éxito o fracaso estar mentalizándose de la derrota . La victoria alegra lo mismo y la derrota igual porque eso de “subir para caer con más fuerza” es también una mentira. Si te caes, te caes y la capacidad de optimismo también es un plus en la casilla de "velocidad de recuperación" Que lo sepais.
Me alegro de haber dejado estos puntos aclarados.
Id por el mundo y proclamad la buena nueva!
Y echamos un mus cuando queráis.