Sólo sé que sigo sin saber nada

martes, octubre 30, 2007

Hacia tiempo que no me pasaba por aquí

Pues sí, lo sé, que tengo el blog muy abandonado, que ya no cuento nada... me gustaría decir que no escribo porque estoy haciendo un montón de cosas interesantísimas, pero lo cierto es que creo que está mucho más relacionado con que ahora trabajo fuera de casa. La prueba de ello es que hoy, que es el primer día de escritura en casa, me encuentro de nuevo ante la pantalla contandoos mis tonterías tontas a través del blog.

Y la tontería de hoy es que: ¡Me he comprado un Munny!
Woooww!!

¿Y qué es un Munny? Pues un Munny es un muñeco carísimo que además te tienes que hacer tu. ¡Seré gilipollas! El caso es que estas cosas me vician y, si bien en origen la intención era regalárselo a mi hermana mayor por su cumple (Felicidades Cris) al final no he podido resistirlo y me he comprado otro para mi.

He aquí mi Munny.



Como veis es un muñeco completamente blanco, puro y virginal. La gracia es que está fabricado en vinilo blanco, de ese modo se puede pintar con casi cualquier material y convertirlo así en el muñeco que tu quieres. Os dejo aquí algunos ejemplos de Munnys ya pintados.



Como veis todo es posible. Evidentemente estos son Munnys dibujados por profesionales (O eso me parece a mi) y si bien yo creo que los lápices no se me dan mal, lo que es la pintura y los pinceles es otro cantar. En cualquier caso me propongo hacer algo chulo y colgarlo aquí cuando esté acabado.

Veremos a ver en qué queda.

lunes, octubre 22, 2007

El Mar No Cesa

Sábado 20 de octubre de 2007.

Estadio olímpico de Sevilla.

Pocos minutos pasadas las nueve y en mitad de una oscuridad casi total comienzan a sonar con una limpieza asombrosa los primeros acordes de “El Estanque” la que es mi canción favorita de los Héroes Del Silencio.

Es la primera vez que los escucho tocar en directo, muy posiblemente será la última, y nunca podré olvidar las casi tres horas de música en estado puro que viví esa noche. La noche del mejor concierto de mi vida.

Sé que muchos de los que leéis esto no compartís mi entusiasmo por ellos, y eso es algo que no voy a intentar cambiar, no voy a lograr con palabras lo que ellos no han logrado con su música, pero sí os diré que para mi –y creo que para más de 70.000 personas que estaban allí- esta ha sido una noche mágica en la que íbamos con una expectativas altísimas que fue colmadas con creces.

Porque no sólo hablamos de música que te gusta, hablamos de canciones que han madurado durante más de diez años a través de experiencias de vida, a través de gente que ha compartido en un momento dado esa banda sonora tan particular.

Esa primera canción “El Estanque” me lleva a un viaje de tren hacia Granada, a una noche muy particular y a dos manos unidas entre dos literas. “Mar adentro” me lleva más lejos aún, a un paseo por la playa en el que comprendí que aquel era el mejor grupo que había escuchado. “La Carta” me hace rememorar un laaaargo camino entre El Naranjo y mi casa. “Opio” es mi canción de ida y vuelta, que siempre viene a añadir un poco de humo a los momentos más grises. “La Herida” siempre me ha encantado, pero entonces no la entendía quizá como ahora, y es que la vida al final te hace entender mejor aquello de “Qué hay en dos amigos, cuando después de todo, parecen perdido y prefieren a otros, ignorando lo dado, si antaño se estrecharon ahora están engañados. ¿Qué les hizo alejarse de su orilla intranquila, si tan siquiera un instante piensan en esos días?” Y me pregunto si estará allí, cantando al mismo tiempo, algunos de aquellos buenos amigos con los que yo cantaba eso mismo mientras viajabamos al Escorial, al puerto de la morcuera o mientras, simplemente, pasábamos tardes enteras charlando en el banco de abajo, nunca lo sabré, pero me gusta pensar que así es; “No más lágrimas” me hace sonreír porque es una canción que ya cantaba en mis últimos años de colegio, por entonces se reían de mi por cantar aquello, pero escucharla esa noche y cantarla de forma particularmente lenta entre miles de personas fue una de esas cosas que te hacen sentir parte de algo secreto y maravilloso.

Luego vinieron los finales de concierto.

El primer final fue con “Avalancha” una canción que sólo adquiere toda su dimensión en un momento como aquel. Fue una amputación no tener batería en el móvil para hacérsela escuchar a Isa y Rober, ¡¡Eso dolió!!

Luego llegó el bis, que acabó con “La Chispa Adecuada” una canción que fue tan perfecta emocionalmente hablando –suave de comienzo y tremendamente apasionada al final- que consiguió lo que parecía imposible: Hacerme desear que el concierto no siguiera. Y es que me dolía pensar que después de algo tan perfecto como aquello el concierto sólo podía ir hacia abajo. Por suerte me equivoqué totalmente, el segundo bis acabó con “En Brazos De La Fiebre” Bunbury y Valdivia se sentaron guitarra en mano para tocar en comunión una de las canciones más asombrosas que nadie haya compuesto jamás en nuestro idioma. Lo que parecía insuperable se superó. Y es que, aunque los Héroes griten que "No hay nada para siempre" yo sé sin sombra de duda que nunca olvidaré aquella noche, aquel concierto, y aquella cintura de mujer de la que no me separé ni un momento. El 20 de Octubre de 2007 es para mi uno de esos momentos de oro que todos tenemos la suerte de encontrar de vez en cuando.

¿Quien puede pedir más?

sábado, octubre 20, 2007

Me piro



Esta noche beberemos con malas artes el espíritu del vino!!!

Jo-der!

jueves, octubre 18, 2007

K bueno

Quizá sea el lobo con piel de cordero, pero al margen de los propios intereses económicos... el anuncio mola.



"Habla con tu hija antes de que lo haga la industria de la belleza"

martes, octubre 09, 2007

Dime lo que guardas y te diré ¡guarro!

Hay muchas cosas en El Señor De Los Anillos que no existen y que deberían existir. Ahí queda eso. Y una de las cosas que deberían existir en este mundo real es la palabra Hobbit “Mathom”. Tolkien nos explica en su libro que Mathom es la palabra que usa esta apacible raza para designar todas aquellas cosas que nunca más usaremos y que, sin embargo, no nos decidimos a tirar. Vamos, algo que ni es enteramente un recuerdo ni es enteramente un estorbo. Yo a lo largo de mi vida he tenido una cantidad asombrosa de Mathoms. Tres mudanzas en menos de dos años me han ayudado a deshacerme de prácticamente la totalidad de ellos y, para seros sincero, no recuerdo haber echado de menos ninguno de esos pseudos recuerdos. Sí, me he convertido en ese tipo duro y frío como el hielo.

Evidentemente un Mathom de libro sería “Aquella entrada de cine”; “El billete de tren de aquel viaje”; “La tarjeta de aquel restaurante”... ya sabéis. Pero eso ya no es suficiente, así que nos creamos nuestros propios Mathoms, algunos de ellos bastante asquerosos.

Y esto me viene a la mente tras una conversación en la que el otro día Mamen comentaba de pasada que tiene guardadas las muelas del juicio que le quitaron hace ya muchos años. El proceso de “¿Me las quedo o las tiro?” es algo por el que todo aquel que ya no tiene juicio ha tenido que pasar. Yo, tras una extracción bastante dolorosa, tiré las mías en algún lugar indeterminado entre getafe y leganés. Hacía tiempo que no pensaba en ellas. ¿Andandarán?

Pero eso no es todo, hay asquerosidades más o menos “estandar” y justificadas por una cierta dosis de ñoñería como puede ser, por ejemplo, el conservar “El ombligo” de alguien que dejó de ser bebé hace ya muchos años, o algo mucho menos asqueroso pero aún más hortera, como puede ser usar como llavero la pinza del cordón umbilical. Tíralo, por dios!! En cualquier caso algunas de estas cosas, bien utilizadas, pueden suponer un extra de misterio para cualquier familia. Eso es lo que pasó con el dedo extra con el que nació mi abuela, un undécimo dedo atrofiado que le extrajeron cuando era una niña. Durante décadas ese dedo permaneció guardado en un frasco de alcohol, y a su vez el frasco reposaba al otro lado de una puerta que a los niños nos prohibían cruzar. ¡Misterio y reliquia en un mismo lugar! Nunca una habitación de pueblo se pareció tanto a la caverna de la que Indiana Jones roba el ídolo de oro.

Y es que, siguiendo con los casos y cosas que pertenecieron al cuerpo humano, debo reconocer que hay ejemplos más chics que el del dedo de mi abuela. Ahí está por ejemplo lo de aquel artista que esculpió en bronce una réplica exacta de la primera caca de la hija de Tom Cruise y Katie Holmes. ¡Eso sí es categoría! ¡¿Quién no querría una copia en bronce de su meconio?! Yo, desde luego, no. ¿O si?

Entramos en la zona escatológica (Sí, entramos. Lo anterior es puro chiste) con el caso de otras personas, nótese el plural, que al estrenarse en eso del sexo en pareja decidieron guardar en una caja al testigo profiláctico de su encuentro sexual. Bien anudado, eso sí. El tiempo de conservación de ese recuerdo varió según el coleccionista, pero al final la razón -y la corrupción de los elementos perecederos- acabó imponiéndose de tal modo que hubo que deshacerse de ese legado. Una pena, en especial si pensamos que esa idea sería genial para justificaría una especie de Parque Jurásico en el que los Extraterrestres reproduzcan extintos seres humanos “¿De donde sacaremos el ADN para generar humanos?”; “No hay problema, tenemos un condón bien atado y guardado en una caja de zapatos. Lleva así siglos y está, como es lógico, en perfecto estado de conservación”

Yendo por el mismo camino, aunque no fueron tan lejos, hay otras personas que se conformaron con guardar las fundas de todos los preservativos que usasen a lo largo de su vida. Esta también es una práctica asquerosa, pero al menos el encontrarse con el hecho de que “ya está bien de tanta fundita” enseñó a estos coleccionistas dos cosas, que su intención primigenia era bastante tonta y que, ¡vaya! “Es que lo hago tanto que... ¡me es imposible guardarlo todo!”


jueves, octubre 04, 2007

Cuento sin novedad

Eloísa camina por la calle a toda velocidad para llegar a su trabajo antes que su jefe, pero lo tiene complicado. Ya hace cinco minutos que debería estar allí y aún le queda un trasbordo y cuatro estaciones para llegar. Nota con la punta de la lengua un hilillo de bacon entre sus muelas, no le gusta salir de casa sin lavarse los dientes pero hoy o se le ha olvidado o no le ha dado tiempo. Para dejar de azuzar mentalmente al metro piensa en su jefe y en el gesto que le hará si ya está allí cuando ella llegue. El gestito. Lo odia. Es en realidad un gesto tan telecincero que se ha convertido en algo universal y patético a partes iguales; ella entrará pidiendo disculpas y él meneará la cabeza con una mirada de decepción paternalista. En ocasiones también está la variante “con señalización de reloj incluida”, lo que significa que el retraso puntúa doble. Se imagina diciéndole a su jefe “¡No llegaría tarde si de verdad nos dieras las dos horas que por ley nos tienes que dar!”, pero sabe que no lo hará. Aunque podría, porque lo cierto es que Elo está convencida de que a su jefe ni siquiera le importan esos retrasos de cinco minutos. Se ve a kilómetros que es de los que se hacen el duro, convencido de algún modo de que, si no es un capullo, un día llegará a trabajar y le habrán robado su oficina. ¿Le ocurriría a ella lo mismo si fuera jefe? Cree que no, pero reconoce que no es imposible. Lo que no le ocurriría jamás es eso de empeñarse en algo que es obviamente un error. Eso es lo que más detesta de su jefe. Cada día tienen que discutir sobre tecnicismos legales y administrativos, generalmente todo va bien pero de vez en cuando él, que de llegar tarde sabrá mucho pero de contabilidad no tiene ni puta idea, mete la pata hasta el fondo con una afirmación demostrablemente incorrecta. Elo sabe entonces que los siguientes segundos son fundamentales, si se muestra sumisa e indica el error sin darle importancia es posible que su jefe recule y puedan pasar a otra cosa como si nada hubiera pasado, pero si los segundos se agotan y no ha conseguido que él cambie de opinión... está perdida. Tendrá que hacerlo como él dice, sabiendo que cuando la bomba estalle ya habrá pasado el tiempo suficiente como para que él pueda fingir no recordar quien insistió en que se hiciera de esa manera, pero claro que lo recuerda. Porque cuando ella se equivoca él la dirige otra vez esa mirada paciente y paternalista, pero si es un error de él la mira divertido y lo zanja con un “bueno, no pasa nada” entonado como un “te perdono”. Por suerte Elo sabe que sí es capaz de recular, hace unos segundos pensaba que su jefe no era un gilipollas pero ahora se ha dado cuenta, tiene que admitirlo, de que estaba en un error. No puede sacar la tira de bacon con la punta de la lengua y se está poniendo nerviosa.

martes, octubre 02, 2007

¿Qué pasa? Es mi blog!

Y pongo lo que quiero, aunque sea el sudoku más dificil que he hecho nunca.




Vale que llevaba mucho sin hacer sudokus y que después de tanto tiempo estaba desentrenado, pero me ha parecido tan chungo que no he podido evitar desafiar a un par de personas de las que se pasan por aquí y que sé que son aficionados a este juego. Ahora lo harán y dirán eso de "Bah, pues no era para tanto" ¿Ah, no? Veremos

Eso sí, para estar seguro de que se ha hecho... a ver si alguien dice todos los números en orden que van desde la esquina superior izquierda hasta la esquina inferior derecha.

lunes, octubre 01, 2007

Matrimoniadas

En todas partes, desde periódicos hasta webs de televisión, blogs de guionistas o charlas casuales con compañeros escucho a mucha gente hablar de “la mierda de programa que es Escenas de Matrimonio”. O, como es más conocido popularmente “Las matrimoniadas” Todo el mundo dice “Qué horror”; “Qué chistes tan malos”; “Qué poca gracia...” Joder, pues está arrasando.

Ni me parece bien ni me parece inteligente criticar un programa de humor que tiene éxito. En especial porque el humor es lo más subjetivo que hay. Y quizá es un buen ejemplo para que muchos aprendan que ser guionista no es escribir lo que a ti te hace gracia, es escribir lo que al público le hace gracia, igual que el trabajo de un mecánico es reparar coches, y no sólo los coches que más le gustan.

Se puede hablar, eso sí, sobre el perfil del público. Sobre si estamos de acuerdo o no con los gustos de la masa. Pero eso ya no es discutir, eso sólo es lamentarse. Porque pese a quien le pese no somos "educadores de públicos". Ni debemos serlo.

Eso no significa que no debamos innovar, o hacer cosas diferentes. ¡Ojalá se pudieran hacer apuestas más arriesgadas en el mundo de la ficción! Pero no despreciemos el labor de unos compañeros que, sencillamente, están haciendo su trabajo. Y por lo que dice la audiencia lo están haciendo muy bien.