Sólo sé que sigo sin saber nada

martes, octubre 09, 2007

Dime lo que guardas y te diré ¡guarro!

Hay muchas cosas en El Señor De Los Anillos que no existen y que deberían existir. Ahí queda eso. Y una de las cosas que deberían existir en este mundo real es la palabra Hobbit “Mathom”. Tolkien nos explica en su libro que Mathom es la palabra que usa esta apacible raza para designar todas aquellas cosas que nunca más usaremos y que, sin embargo, no nos decidimos a tirar. Vamos, algo que ni es enteramente un recuerdo ni es enteramente un estorbo. Yo a lo largo de mi vida he tenido una cantidad asombrosa de Mathoms. Tres mudanzas en menos de dos años me han ayudado a deshacerme de prácticamente la totalidad de ellos y, para seros sincero, no recuerdo haber echado de menos ninguno de esos pseudos recuerdos. Sí, me he convertido en ese tipo duro y frío como el hielo.

Evidentemente un Mathom de libro sería “Aquella entrada de cine”; “El billete de tren de aquel viaje”; “La tarjeta de aquel restaurante”... ya sabéis. Pero eso ya no es suficiente, así que nos creamos nuestros propios Mathoms, algunos de ellos bastante asquerosos.

Y esto me viene a la mente tras una conversación en la que el otro día Mamen comentaba de pasada que tiene guardadas las muelas del juicio que le quitaron hace ya muchos años. El proceso de “¿Me las quedo o las tiro?” es algo por el que todo aquel que ya no tiene juicio ha tenido que pasar. Yo, tras una extracción bastante dolorosa, tiré las mías en algún lugar indeterminado entre getafe y leganés. Hacía tiempo que no pensaba en ellas. ¿Andandarán?

Pero eso no es todo, hay asquerosidades más o menos “estandar” y justificadas por una cierta dosis de ñoñería como puede ser, por ejemplo, el conservar “El ombligo” de alguien que dejó de ser bebé hace ya muchos años, o algo mucho menos asqueroso pero aún más hortera, como puede ser usar como llavero la pinza del cordón umbilical. Tíralo, por dios!! En cualquier caso algunas de estas cosas, bien utilizadas, pueden suponer un extra de misterio para cualquier familia. Eso es lo que pasó con el dedo extra con el que nació mi abuela, un undécimo dedo atrofiado que le extrajeron cuando era una niña. Durante décadas ese dedo permaneció guardado en un frasco de alcohol, y a su vez el frasco reposaba al otro lado de una puerta que a los niños nos prohibían cruzar. ¡Misterio y reliquia en un mismo lugar! Nunca una habitación de pueblo se pareció tanto a la caverna de la que Indiana Jones roba el ídolo de oro.

Y es que, siguiendo con los casos y cosas que pertenecieron al cuerpo humano, debo reconocer que hay ejemplos más chics que el del dedo de mi abuela. Ahí está por ejemplo lo de aquel artista que esculpió en bronce una réplica exacta de la primera caca de la hija de Tom Cruise y Katie Holmes. ¡Eso sí es categoría! ¡¿Quién no querría una copia en bronce de su meconio?! Yo, desde luego, no. ¿O si?

Entramos en la zona escatológica (Sí, entramos. Lo anterior es puro chiste) con el caso de otras personas, nótese el plural, que al estrenarse en eso del sexo en pareja decidieron guardar en una caja al testigo profiláctico de su encuentro sexual. Bien anudado, eso sí. El tiempo de conservación de ese recuerdo varió según el coleccionista, pero al final la razón -y la corrupción de los elementos perecederos- acabó imponiéndose de tal modo que hubo que deshacerse de ese legado. Una pena, en especial si pensamos que esa idea sería genial para justificaría una especie de Parque Jurásico en el que los Extraterrestres reproduzcan extintos seres humanos “¿De donde sacaremos el ADN para generar humanos?”; “No hay problema, tenemos un condón bien atado y guardado en una caja de zapatos. Lleva así siglos y está, como es lógico, en perfecto estado de conservación”

Yendo por el mismo camino, aunque no fueron tan lejos, hay otras personas que se conformaron con guardar las fundas de todos los preservativos que usasen a lo largo de su vida. Esta también es una práctica asquerosa, pero al menos el encontrarse con el hecho de que “ya está bien de tanta fundita” enseñó a estos coleccionistas dos cosas, que su intención primigenia era bastante tonta y que, ¡vaya! “Es que lo hago tanto que... ¡me es imposible guardarlo todo!”


7 Comments:

  • En una adaptación es imposible guardarlo todo.

    Pido disculpas por el off topic, pero me gustaría conocer su ilustrada opinión y también aprovechar sus especializadas visitas para lanzar esta pregunta: ¿Quiénes son y han sido los mejores guionistas de España?. Me sería de gran utilidad recibir la respuesta en la entrada enlazada. Muchas gracias.

    By Anonymous Anónimo, at 5:39 p. m.  

  • Yo guardo en una caja metálica de Ikea la mar de mona tarjetas y mapas de las ciudades donde he estado. Los mapas los he vuelto a usar. Tanto que muchas calles se han borrado. Las tarjetas no. Ni una solo. ¡Pero las usaré! ¡No soy una guarra!

    By Blogger laesti, at 6:52 p. m.  

  • Vaya... El silencio de tus habituales lectores me indica que son ellos los que guardaron románticamente sus primeros profilácticos con su fluído amoroso... Yo, más que un recuerdo romántico lo veo como un trofeo de caza, como coleccionar ropa interior femenina (que yo no hago, aunque no sería una colección muy amplia, de todos modos).

    Nunca escuché lo de los ombligos... De hecho, me cuesta creer que te lo dejen llevar. Está claro que la plancenta está para hacerse un buen plato de placenta frita ¿Pero el ombligo?

    Yo acumulo bastante, pero espero que cuando me jubile por fin podré releerme todos esos cómics, libros, revisar las pelis y terminar videojuegos... Al menos ya no guardo entradas de cine, entre otras cosas porque pasado un tiempo se borra la tinta...

    By Anonymous Anónimo, at 9:17 p. m.  

  • No soy yo muy de acumular tonterías. Pero como Amabot, también guardo libros, cómics y pelis para cuando me jubile (y para dar la mejor educación a mis hijos, si los tengo).
    Lo más tonto que guardé durante años fue un botón del pantalón que llevaba la noche que eche mi primer polvo, y que me arranqué yo mismo al quitarme los pantalones.
    Patético, lo sé.
    Un abrazo.

    By Blogger txopsuey, at 12:10 a. m.  

  • Las muelas de juicio (sólo las dos de abajo, ehhhhh!), ejem... Jo, si lo hace Lisa Simpson y crea un nuevo mundo en su diente es guay, si lo hago yo es asqueroso! (si cree que no es capaz de distinguir entre series de animación y realidad, pulse 1).

    Muchas de las cosas que tenía guardadas murieron en la última mudanza, en un momento "antianimista por agotamiento", incluídas las muelas. Ahora sólo guardo los diarios, el bolígrafo con el que hice casi todos los exámenes de la facultad (bolígrafo que le regalaron a mi padre en un vuelo a Japón), las entradas de cine (sin tinta, sí, porque cubrirlas con cinta adhesiva no sirva para nada), cuadernos en blanco... cosas que pertenecen más al universo gafapasta que al guarro, y me da vergüenza. Así que guardaré un tupper con la cena de anoche, que fue estupenda. En el 2300 la nueva civilización nacida de una riquísima hamburguesa me adorará...

    By Blogger Psicologa Solteeera..., at 2:25 p. m.  

  • Tubos de dentífrico vacíos. Binaca. Especialmente flexibles. Desarrollé una habilidad especial para sacarles absolutamente toda la pasta y, orgulloso, los guardaba como trofeo. Por aquel entonces, todavía hacía alguna lectura humorística de vez en cuando y pensé que quizás me podrían valer para un chiste. Una especie de chsite real: decir que guardaba los tubos de dentífrico... y demostrarlo. Con el tiempo, me di cuenta de que ese eventual chiste hipotético no merecía que realmente guardara los tubos, y dejé vacío el cajón donde los guardaba, para que pudiera llenarse de cosas más útiles algún día. Hoy sigue vacío... pero me habéis dado unas cuanas ideas.

    By Blogger Álvaro, at 12:00 p. m.  

  • Yo, con 5 pisos compartidos (dos no) distintos en 7 años (sin contar la casa paterna) como que no tengo nada más que cómics, que voy llevando de antro en antro (y cada vez cuesta más!!)

    By Blogger Galahan, at 10:27 a. m.  

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