Hola, niños.
Hoy os voy a contar una historia muy interesante que le ha pasado, eeeh… mmm… ¡A un amigo! No, no, no. En realidad esto le ha pasado al amigo de un amigo. Eso es.
Bueno, pues es el caso es que hace un par de días el amigo de mi amigo, al que llamaremos “
E” estaba en un gran comercio del centro de la capital y en un momento dado vio un cajero semi-oculto en una de las esquinas de la enorme tienda y dijo “
Voy a sacar 20 euros” Introduce su tarjeta, hace la operación y la máquina vomita… ¡100 euros! Este amigo de un amigo mío (Al que recordemos que se llama “
E”) se queda de piedra. ¡El cajero le ha dado 80 euros de más! “
E” permanece quieto, congelado en medio del movimiento constante de un comercio gigantesco. Decide volver a probar. ¡Premio! Otros dos billetes de 50. No hay dos sin tres ni diez sin veinte. Y esas son las veces que este amigo de mi amigo saca dinero.
Hasta que el límite de su tarjeta se acabó.
Me parece brillante que en un momento dado, ante la posibilidad de que todo fuera una cámara oculta, este amigo de mi amigo incluso saludó a la cámara de seguridad del centro comercial. Tiene tantos billetes de 50 que ya no le caben en los bolsillos. “
E” llama por teléfono a todos sus conocidos, pero nadie está cerca y al final sólo el se beneficia de ese “error”.¿Conclusión? Unos 2000 euros por la cara.
Así las cosas avanzamos un día en la historia. Y subimos un eslabón la cadena para que lo siguiente le ocurriera a dos amigos míos (Los amigos de los que es amigo el amigo de mi amigo al que llamamos “
E”) A estos dos amigos directos los llamaremos “
P” y “
S” Pues el caso es que “
P” y “
S” me llaman y me proponen ir a dormir esta noche a su casa. A mi me parece bien y accedo. Le pido permiso a mi jefe para salir un poco antes y me dice “
Mira, voy a ser bueno. Vete ya” a fin de cuentas ahora no tenemos mucho curro y como él dice “¿
Qué puede ser lo peor que pase, qué te despidan?” Se lo agradezco y me marcho con mis amigos y es entonces, cuando vamos en el coche, que “
P” me cuenta la historia de “
E” y como conjurado por el relato unos minutos después llama “
E” a “
P”
“
He ido hoy a mediodía y… ¡Sigue funcionando! Me he sacado otros mil euros”
“
P” se pone bastante nervioso
“¡Hay que ir! Estamos cerca”. Pero curiosamente ni “
S” ni yo estamos muy por la labor. Aún así “
P” se baja del coche y mientras “
S” y yo buscamos aparcamiento él va a probar suerte en ese recóndito cajero. Yo le digo a “
S” que es imposible que eso funcione todavía, que de ser así habría una cola enorme delante del cajero. Llama “
P” al teléfono de “
S” ¡Funciona!
De pronto vivimos una situación de cierta tensión.
¡Corre, corre! Llego al centro comercial y según bajo por las escaleras automáticas que llevan al cajero veo a cuatro chicos Italianos y de unos 20 años que no le quitan ojo ni a “
P” ni al cajero. Como “
P” está ahí yo me cuelo y hago la operación aunque ese cajero no es de mi banco y me cobra 3 euros por cada vez que pido 20. El resultado son dos billetes de 50. La sensación de coger el dinero es increíble. Se apelotonan mil preguntas en la mente pero no llegas ni a escucharlas. Es un banco y se ha equivocado. Podrá sobrevivir sin unos pocos euros.
Para no llamar mucho la atención “
P” me dice que le deje a los Italianos y así lo hacemos. Los chicos no disimulan tan bien como nosotros y se mueven en grupo, muy pegados los unos a los otros y como si esperasen que todas las fuerzas de seguridad del estado fueran a caer sobre ellos en cualquier momento. Hablo con ellos para decirles que “
Esto no es normal” y veo que están acojonados y que llevan haciéndolo también desde ayer.
Llega “
S” y también saca dinero. Luego vuelvo a hacerlo yo. No negaré que estaba nervioso aunque mantenía la calma. Pensaba en la vergüenza que podría suponer ser descubierto pero me tranquilizaba inmediatamente porque a cualquiera que me reprochase mi actitud yo pensaba decirle
“¿Un cajero te da dinero de más y no te aprovechas? ¿Eres gilipollas o rico?” Y, reconozcámoslo, no es lo mismo “robar” a un banco enorme que posee rascacielos en la capital que a la Cruz Roja.
Honestamente. Conflicto moral: cero.
Y así sigue la historia hasta que tras pedir los habituales 20 euros el cajero me da… Oooohhh. Me da 20 euros. Se lo digo a la chica Italiana que esperaba turno, ella prueba y ¡Mala suerte! Se acabó lo que se daba. ¡Ciao!
Que sí, que ya sé que tienen nuestros datos, que nos lo pueden exigir y que patatín y patatán. Pero yo ayer me saqué entre 600 o 700 euros por la cara. Un motivo más por el que ir al infierno, no me importa. Así que mientras iba a casa de “
P” y “
S” les dije “¡
Vamos! ¡Que me he sacado una PlayStation 3 gratis!” y como “
P” ya tiene la PS3 y yo le había comentado en alguna ocasión que me llamaba la atención la Wii… pues me compré la Wii. (La consola de nintendo) El resto del dinero lo dejaré sin tocar durante un par de meses, y si no pasa nada… algún otro capricho me daré en honor de Pablo y Sandrine.
(y de "
E", claro)
Cosas veredes, Sancho!!