La vida se abre paso
Ayer Bea y yo lo teníamos todo preparado para irnos a pasar el fin de semana fuera. Ya tenía la mochila de la cámara de fotos al hombro cuando recogí la bolsa de Lolita que, por si alguien no lo sabe, es la Yorksire que vino de pack inseparable con Bea. Por mi está bien. La perra y yo nos adoramos mutuamente desde el minuto uno. Aunque también tenemos nuestras broncas, pero sólo las pocas veces que se hace pis en el pasillo después de haber salido. Esa tarde se había hecho pis. Sólo treinta segundos antes de coger mi cámara había tenido que limpiar un pequeño pero inconfundible charquito. Decidí no regañarla esa vez, a fin de cuentas ahora tenía que meterla en una bolsa diminuta junto con un montón más de equipaje para luego ir en taxi hasta la casa de los padres de Bea. Voy al salón para cogerla y de pronto veo que el pis no es todo. Parece estar haciéndose caca. La confusión dura apenas un segundo hasta que me doy cuenta de que lo que está expulsando tiene toda la forma de dos diminutas patas negras. Está pariendo.
El shock de encontrarte a tu perra pariendo cuando ni siquiera sospechas que pueda estar embarazada es tremendo. Hace ya dos meses tuvimos en casa durante cuatro días a otro Yorksire, Miki, con la intención de que se cruzaran. El pobre Miki es un Yorksire de la variedad “Toy” los cuales, incluso dentro de la familia de los Yorksire, son MUY pequeños. Y aunque Bea y yo hicimos todos los esfuerzos imaginables apenas conseguimos que su hombria (De un tamaño muy respetable en proporcion con el diminuto perrillo) rozase tímidamente el sexo de nuestra perra. Pues bien, resulta evidente que, o el esperma de Miki es de una bravura asombrosa, o ellos mismos lograron llegar a buen puerto en alguno de los momentos en que nosotros estábamos ausentes. No imagino cómo lo harian sin una escalera!
Ayer yo estaba a solas con la perra cuando ella decidió que fuéramos más. En ese mismo momento llamé a Beatriz que, cuando apenas dije la primera sílaba de “Pariendo” ya estaba gritándole a su padre que la llevase en coche para casa. Ayudé a la perra lo más suavemente que pude, mientras me maldecía por haber dicho durante las anteriores semanas que sus evidentes cambios físicos se debían a un embarazo psicológico (Los cojones psicológico!!) Ahora mismo tenía la expresión concreta de la pasión de Miki en mis manos. ¡Y respiraba! Al rato vino el segundo y último de los cachorros. Diminutos. Ciegos. Negros. Haciendo un esporádico “Miiii” que hacía que las orejas de su madre se alzaran de inmediato.
Fue increíble. Me acordaba de aquella frase de Jurasic Park “De un modo u otro... la vida encuentra el modo de abrirse paso” Y vaya si lo hace!!
No nos importó quedarnos sin viaje. Este es más interesante.
Eso sí... menuda noche nos han dado los cabrones.
El shock de encontrarte a tu perra pariendo cuando ni siquiera sospechas que pueda estar embarazada es tremendo. Hace ya dos meses tuvimos en casa durante cuatro días a otro Yorksire, Miki, con la intención de que se cruzaran. El pobre Miki es un Yorksire de la variedad “Toy” los cuales, incluso dentro de la familia de los Yorksire, son MUY pequeños. Y aunque Bea y yo hicimos todos los esfuerzos imaginables apenas conseguimos que su hombria (De un tamaño muy respetable en proporcion con el diminuto perrillo) rozase tímidamente el sexo de nuestra perra. Pues bien, resulta evidente que, o el esperma de Miki es de una bravura asombrosa, o ellos mismos lograron llegar a buen puerto en alguno de los momentos en que nosotros estábamos ausentes. No imagino cómo lo harian sin una escalera!
Ayer yo estaba a solas con la perra cuando ella decidió que fuéramos más. En ese mismo momento llamé a Beatriz que, cuando apenas dije la primera sílaba de “Pariendo” ya estaba gritándole a su padre que la llevase en coche para casa. Ayudé a la perra lo más suavemente que pude, mientras me maldecía por haber dicho durante las anteriores semanas que sus evidentes cambios físicos se debían a un embarazo psicológico (Los cojones psicológico!!) Ahora mismo tenía la expresión concreta de la pasión de Miki en mis manos. ¡Y respiraba! Al rato vino el segundo y último de los cachorros. Diminutos. Ciegos. Negros. Haciendo un esporádico “Miiii” que hacía que las orejas de su madre se alzaran de inmediato.
Fue increíble. Me acordaba de aquella frase de Jurasic Park “De un modo u otro... la vida encuentra el modo de abrirse paso” Y vaya si lo hace!!
No nos importó quedarnos sin viaje. Este es más interesante.
Eso sí... menuda noche nos han dado los cabrones.