SI NO HAS VISTO TODOS LOS CAPÍTULOS DE LOS SOPRANO NO SIGAS LEYENDO.He visto Los Soprano varias veces, me encanta. Se ha convertido en mi serie comodín. Cada cierto tiempo echo de falta el ambiente del Bada Bing y me pongo otra vez ese capítulo piloto sobre unos patos que anidan en una piscina y un mafioso que empieza a ir al psicólogo. Sé que son muchas las series que me faltan por ver y me da vergüenza profesional cuando no puedo opinar sobre otras producciones porque a mi... me cuesta ver otra cosa.
Como sea que fuere siempre que veo Los Soprano empiezo con el primer capítulo. Por eso las tres primeras temporadas las he visto bastantes veces, las siguentes menos y la última temporada (Esa extraña 6ª temporada partida en dos) sólo la he visto en dos ocasiones. La segunda de ellas hace unos pocos días.
Y ni pizca de ganas de volver a verla en mucho tiempo. Porque mi nivel de adoración es tan alto que me abruma. De hecho me ha gustado mucho más esta segunda vez que la primera. Quizá porque la primera vez estaba demasiado ocupado pensando en los posibles desenlaces o por esa inevitable nube que flota sobre la cabeza y me hace pensar
“¿Cómo lo habría hecho yo?” Desde luego no lo habría hecho como David Chase, ni en un millón de años, es alguien ante quien sólo cabe la rendición porque la serie es poco menos que perfecta.
Para mi es, hoy por hoy, lo máximo que se puede conseguir en una serie. Los diálogos son brillantes más allá que por las líneas por las intenciones y la naturalidad. Encuentra la grandiosidad en lo cotidiano y huye de los efectismos. Qué fácil habría sido convertir el último capítulo en un intercambio de balazos, en un epílogo mercenario sobre la guerra. Habría estado bien, habría sido divertido, pero no habría sido Los Soprano y, desde luego, ese último capítulo es impecable.
La última secuencia entre
Toni y Junior Soprano es increíble. Toni entra lleno de rencor, dispuesto a enfrentarse a un hombre que le ha destrozado la vida y que casi le mata en varias ocasiones –una de ellas de forma directa- y el modo en que transcurre ese diálogo y a dónde llega... no se puede mejorar. Igual que ese increíble final de serie, ese fundido a negro que, para mi
no tiene nada de abierto es lo que es. Es, como bien me indicó Blázquez y recuerdan en un flashback del penúltimo capítulo: la nada absoluta, el final brutal y silencioso a todo. La ausencia de explicación porque el destino no tiene que rendir ninguna cuenta.
Peazo serie.
Y ahora unas curiosidades:
-Joseph R. Gannascoli es el Miki Nadal de la HBO. A lo largo de la serie aparece con tres personajes diferentes. En una de las primeras temporadas hace un episódico como un tipo que entra en una tienda y al que Christopher echa a punta de pistola. Más adelante ya aparece como uno de los secuaces de la banda de Richie Aprile, aunque está en lo más bajo imaginable del escalafón: su labor es la de fabricar una rampa para Beansie, el tipo al que Richie ha dejado paralítico. Como luego su tercer papel –y el principal- es el de Capitán de la familia dudo muchísimo que se justifique que era ese mismo tipo.
-Sobre el personaje más famoso de Joseph, Vitto, hay otra noticia y es que según parece, el motero-camarero-bombero que se convierte en su novio en la ficción “Johnny Cakes” se suicidó el 29 de diciembre del año pasado. Una pena.
-Leí hace poco que David Chase, tras un año sabático en Francia, parece que está haciendo una nueva serie. En este caso se trata sobre los orígenes de Hollywood. No deja de ser interesante que en el último capítulo de Los Soprano, mientras Toni se esconde en un piso franco, él y todos sus hombres están atentos a una película en blanco y negro que trata, específicamente, sobre ese tema. Sin duda un guiño al futuro.