Sólo sé que sigo sin saber nada

jueves, agosto 27, 2009

Ayime

De vez en cuando recuerdo un momento que existió cien veces.

Estoy en el colegio jugando un partido de fútbol cuando algún niño (seguro que yo no) mete gol. Todo el equipo lo celebra y nos abrazamos durante un instante como hacen los profesionales en los estadios. Es quizá el único momento en el que la férrea jerarquía infantil se rompe, el gafotas y el abusón se abrazan, todo el mundo es feliz. Si el gol es importante el apretón se le corresponde, todos nos juntamos en una amalgama que acaba en el suelo. Los gritos de alegría son sustituidos por los de dolor, aunque es mentira que duela porque nos gusta que duela, si duele es que hay pasión, si te falta la respiración por unos segundos es que ha sido un golazo y el miedo de ver a un compañero que corre hacia ti con la intención de tirarse en plancha te hace sentir más vivo que nunca. Luego, cuando el infeliz que ha marcado está a punto de morir, nos levantamos con esa mezcla de alivio y tristeza, el ritual acaba y cada uno de los jugadores vuelve a su puesto para continuar el partido. Nos han empatado y el recreo está en sus últimos minutos, el próximo que marque gol se va a cagar.

Cuando pienso en las diferencias entre mi vida como niño y la de ahora, la de adulto, esa es una de las sensaciones que más echo en falta. Cuando somos pequeños nuestra tolerancia al contacto es mucho mayor, con el tiempo la mayoría de nosotros –yo desde luego- vamos creando un espacio personal que sólo puede cruzar nuestra pareja. Con los demás nos damos la mano, quizá incluso abracemos brevemente a un amigo, pero ya no hay contacto. La suspicacia es inevitable y, quizá, incluso buena.

Supongo que es uno de los motivos por el que disfrutaba tanto cuando hacía artes marciales. Palahniuk tiene razón cuando habla de la violencia liberadora de una pelea. En mi madurez he peleado, de forma controlada, con otras personas. Algunos me eran indiferentes, a otros les tenía verdadero cariño, y de todos he recibido guantazos y a algunos incluso se los he devuelto. De pronto accedes a romper tu espacio personal, y lo haces de la forma más brutal, en un intercambio de dolor. Da bastante miedo pero tampoco duele, porque es una elección, y mientras hay elección no hay violación. Sientes el impacto del puñetazo en la cara, la adrenalina hace su trabajo, te pones alerta, se reduce el dolor, sientes la inyección química que eriza todo tu cuerpo con un escalofrío, encauzas la ira natural, tu fuerza aumenta y conectas, aunque sea de forma tímida, con la parte salvaje de tu cuerpo.

Sonreír, abrazarte al tipo sudoroso que acaba de dejarte la mandíbula hinchada y roja, comentar con tu contrincante los pormenores internos de la lucha... es una pasada.

Porque no olvidemos que, por suerte, somos animales.

martes, agosto 18, 2009

Sí, lo sé. (Actualizado 2)

Muchos de vosotros me habéis dicho infinidad de veces “Jo, Daniel. Con tu poder mental, tus reflejos de cobra estigia y tus napoleónicas capacidades estratégicas podrías dominar el mundo”

No sabéis lo cerca que estáis de tener razón.

En estos días me he embarcado en un reto que, aunque para vosotros es inalcanzable, yo os brindo la oportunidad de que viváis a través de mi. I´M IN...

¡THE BEST TETRIS GAME EVER!

Supongo que todos conocéis el Tetris. Todos menos “A.” que lo más parecido a un videojuego que conoce es la rayuela. El caso está en que desde hace ya tiempo tengo el Tetris para la Nintendo DS. El juego va subiendo de velocidad hasta llegar al nivel 20, nivel en el que las fichas caen a una velocidad tan vertiginosa que muchos creeríais que más que caer han aparecido de pronto; pero yo alcanzo a verlas y colocarlas. El juego estima que el límite humano es llegar a las 200 líneas, si se consigue esa proeza el juego acaba, te felicitan por ser un super-humano y punto pelota.

Bea, tras horas y horas de intentar superarse, consiguió con esfuerzo llegar al final del juego. Evidentemente yo cogí la consola y al rato ya había alcanzado ese tope de las 200 líneas. Por tanto el nuevo objetivo consistía en quitar el límite de las 200 líneas y ver hasta dónde se puede llegar.

Debo decir que Bea hizo una partida realmente buena para una persona normal. La duración era tan larga que tuvo que parar la partida en varias ocasiones pero, aún así, rebasó todas las expectativas y superó las mil líneas. De hecho cuando el juego llega a las 999 ya no cuenta más.

En esa mega partida Bea hizo uno 2´6 millones de puntos y llegó al nivel 110 (¡¡!!)

Evidentemente tenía que intentar superar eso. Cogí la máquina y casi sin haber jugado me dije “A ver hasta donde llego” y ya llevo 4´8 millones de puntos, estoy en el nivel 185!!

Muchos diréis “¿Cómo que ya llevo? Claro, es que Daniel puede escribir mientras juega al Tetris a nivel máximo” Eso, evidentemente, es algo que puedo hacer, pero no es el caso. Sigo haciéndolo porque juego un rato; paro la consola; trabajo unas horas y luego vuelvo a jugar; luego vuelvo a parar la consola y así.

Ya he batido el record del mundo y ahora sólo me queda lanzar este desafío al ciberespacio. ¿Hay alguien en algún lado de este diminuto planeta que pueda desafiarme? ¿Encontraré alguien que suponga un desafío para mi? ¿Hasta qué nivel llegaré?

Ya os contaré.

Seguiré informando desde el olimpo de los campeones.

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Actualización 1:
miércoles 9:40 AM: Alcanzo el nivel 233 (Lo que equivale a unas 2330 líneas) y rebaso los 6 millones de puntos. La partida continua.
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Actualización 2:

Hoy, a las 13:20 en el tercer día consecutivo, al ocaso de una mañana clara y calurosa... la Mejor Partida de Tetris Ever nos ha dejado. Una "L" naranja, "S" verde, "S" roja y "L" azul fueron sus últimas fichas. Un cuadrado marrón esperará por siempre en la casilla de Next.
Esa gloriosa y definitiva partida entré en el cielo cúbico al que van sólo las mejores partidas de tetris, y lo hizo con la cabeza bien alta. Su tanteo final es de 7.291.532. Nivel: 276





Descansa en paz, dulce príncipe de las partidas de Tetris.
Nosotros te recordaremos... allways.

viernes, agosto 14, 2009

And now... something completely different.

Curiosidades

Estira el brazo, dile a quien tengas al lado que te agarre el pellejo del codo y que lo apriete con todas sus fuerzas.

No hace daño. Parece ser que es la única parte del cuerpo en la que pasa eso.

¿Dónde lo leí? ¿Quien me lo contó?
A mi no sé, a vosotros... yo

Me he levantado chulo de la siesta.

jueves, agosto 13, 2009

Envejeciendo

¡Joder! Segundo día de feria en mi plaza. ¡Y quedan otros dos! ¡¡Ayer me dormí a la una y aún seguían con el chunda chunda!!

Hijos de puta