Sólo sé que sigo sin saber nada

jueves, noviembre 16, 2006

¿Seré idiota?

Sí, ya sé que muchos tendréis la respuesta a esa incógnita. A mi me gusta pensar que no lo soy pero, en ocasiones, no me queda más remedio que hacerme esa pregunta.

Caso real:
Camino por la calle hacia mi casa. Tengo que pasar por un paso de cebra, casi al mismo tiempo se acerca el coche del gilipollas oficial. Es decir: coche rojo, conducido por chaval pelopincho y con la radio del coche proveyendo a todo el país de ese “Pum-pum” maquinero que tanto bien hace a eso de las 21h. (¿De donde salen esos tíos? ¿Cuantos hay? ¿Se suicidan si un día de pronto descubren que les mola Enya?) Bueno, el caso es que los dos nos acercamos al paso de cebra a la vez. Por su forma de mirar a los lados él va buscando aparcamiento. Yo voy a cruzar el paso de cebra, tengo un pie dentro, él me ve y de pronto se arranca con un acelerón. Me tengo que parar en seco a unos centímetros de esa pintura roja que tanto me gustaría decorar con mis llaves, y mi pensamiento inmediato es: “¡Será gilipollas!” –y un segundo después pienso- “¡Ojalá me hubiera atropellado!”

En mi mente me monto una película en la que el gilipollas (No me sale llamarle de otro modo) descubre que ha atropellado a un peatón con su coche tan molón, por ir haciendo el idiota. Alguien grita “¡Yo lo he visto todo!” él intenta disculparse, pero yo le observo desde el suelo con cara de “¡Te jodes! Me vas a tener que pagar una indemnización que te va a obligar a vender el coche. jejeje”

Segundos después es cuando pienso ¿Estoy imbécil? ¿No sería mejor desear que el tío acelerase y se empotrase contra una farola? Sí, también podría desear que aprendiese de su error y decidiera no volver a hacer el idiota con su coche pero... ¿Qué quieres? Soy una mala persona.

El caso es que ya me ha pasado en otras ocasiones esa idiotez de desear mi propio mal para que otros de fastidien. De pequeño tenía una manía tremenda al explotador de mi profesor de Kárate. No sé qué edad tendría pero era bastante pequeño el día en que, en un combate, un chaval me dio un puñetazo que me dejó sin aire y me hizo desplomarme. Yo no podía respirar y estaba convencido de que aquello era el final. Iba a morir mirando el techo del gimnasio. Recuerdo ver aparecer la cara de mi profesor y su gesto displicente al decir: “Eso es lo que pasa cuando no se hacen las suficientes abdominales” Lo increíble es que no sentí miedo. No me importaba morir. Mi mente sólo se regodeaba en “Je, me voy a morir y tú sentirás siempre los remordimientos de que lo último que le dijiste a tu alumno moribundo fue esa chorrada”

Casi me dio rabia volver a respirar.

Así que supongo que sí, que estoy imbécil. Pero no soy el único. Es la misma historia que hemos escuchado mil veces cuando “Uno” le dice a “Otro”; “Jo, estoy fatal en mi trabajo. Me explotan, hago cosas que no son mi obligación, echo más horas que las puertas y encima me pagan menos que al becario” y el amigo le dice “Tío, pues deja ese curro ¡Que se jodan!” ¿Qué se jodan? ¡Pero si han estado aprovechándose de ti todo ese tiempo! ¿Van a ser ellos quienes estén en el paro? ¿Van a tener que buscar curro? No, sólo van a tener que coger otro pringado y, por desgracia, hay muchos pringados en este mundo. Lo sabemos, pero seguimos diciendo “Que les jodan”

Supongo que nos gusta imaginar que nuestro sufrimiento ayuda a cambiar algo.
Pero no siempre es así.

Espero que vosotros seáis mucho mejores que yo y estéis libres de ese nivel de cretinismo.

6 Comments:

  • Hace bastante tiempo me imaginaba que me moría para ver quién lloraba y se llevaba mal rato por mi desaparición. Mi ego se ensanchaba al doscientos por cien al imaginar que muchos llorarían y lo pasarían mal. Ahora ya no pienso en eso. Es algo parecido a lo tuyo pero no es igual. Yo me imagino que sufro para dar lástima y pena a la gente, tú te imaginas que sufres para joder al contrario. Lo mío es romanticismo, lo tuyo es sadismo tocapelotas.

    Otra cosa, aunque con retraso, os felicito a Jacobo y a ti por vuestro periplo por N.Y. Qué suerte la tuya al no poder conseguir un dorsal, te evitaste el bochorno de abandonar a los 25 km. y que otros espectadores (que tampoco hubieran conseguido el dorsal) te miraran con odio. Jacobo en cambio sí hubiera llegado al final. A vuestro amigo Álvaro se le han dilatado las pupilas (el pobre) al imaginaros dando vueltas (muchas vueltas) a Central Park. Espero que el año que viene hagáis EL Maratón de N.Y., y no UN Maratón en N.Y.

    By Anonymous Anónimo, at 5:39 p. m.  

  • Jeje
    Pues sí, la verdad es que lo del dorsal me libró de aquella vergüenza, pero lo hubiera cambiado por lo que se debe sentir a la salida. Rodeado de gente y corriendo todos juntos sobre el puente de berrazano.

    Sobre lo de mi Sadismo (Reconocido) sólo quiero decir en mi defensa que cuando me imagino esa imagen de que he muerto y mis seres queridos lloran... me deprime tanto el verles apenados que sólo espero que lo lleven bien y se echen unas risas.

    Ooohh.. Es 100% real, de verdad de la buena.

    Dejo la perversidad de mi imaginación para los desconocidos bakalaeros y profesores de Kárate cabezones.

    Bueno, y para algunos más que... ya podría hundirse su casa y quedar sólo yo en todo el piso.
    Muahahahahaaa!

    :-P

    Un beso.

    Llamaré a Álvaro, para que me cuente el final de aquella dilatación retiniana de 48 horas.

    By Blogger El Autor, at 5:47 p. m.  

  • Pues iba a contestarte pero...
    No me da la gana!
    Te jodes!

    .
    .

    Bueno, vale. No se, yo a veces también he pensado esas cosas, debe ser cosa de ser el hermano pequeño. Sabes que tu mal puede hacer mucho daño.. juju.

    Por otra parte, yo también odio a esos conductores que describes. Pero ahí lo que espero es que ellos sufran.

    Y no se por qué sospecho que si me muero, tampoco iba a causar grandes penas durante mucho tiempo. Prefiero no ver qué pasa, la verdad. Vamos a ver si poco a poco me curro un funeral más sonado. Juas!

    Un abrazo y a ver si te veo pronto, que ya me he enterado que han dicho que sí a cositas. Chau!

    By Blogger Galahan, at 11:23 p. m.  

  • Otra del estilo para tu colección. Unas amigos ven a unas tías buenas por la calle, en un bar o lo que sea:
    - ¿Les decimos algo?
    - Bah, que se jodan. (o Que sufran).

    ¿Que se jodan?

    Yo también he imaginado ese martirio de que te atropellen para joder vivo a un conductor gilipollas, pero enseguida te das cuenta de que si él se jode vivo, a lo mejor tú te jodes muerto, y tampoco es plan.

    La verdad es que controlar que te aparezca un pensamiento es tarea vana; otra cosa es la cancha que le des. Lo bueno sería que cuando ese tipo de pensamientos entren en la marathon de tu mente, abandonen la carrera a mitad. Y eso seguro que puedes hacerlo.

    By Blogger Álvaro, at 1:23 p. m.  

  • Lo de abandonar una carrera a mitad?
    Claro que puede hacerlo!
    BWA HA HA HA HA!

    Pero vamos, aquí y en Nueva York!
    BWA HA HA HA HAcof cof cof! Maldición, no debería reirme tan fuerte, cof, cof... arf..arf.. ah... uhm... arf, arf... en fin, perdonen... (SUSPIRO) ay.

    By Blogger Galahan, at 3:49 p. m.  

  • ¡Ojalá te huniera atropellado! Curioso pensamiento...

    By Anonymous Anónimo, at 8:43 p. m.  

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