Sólo sé que sigo sin saber nada

domingo, diciembre 30, 2007

Viva el desconchón.

Una de las mejores cosas de vivir solo es que puedo decorar la casa a mi gusto. Todo es idea mía; desde la extrañamente controvertida disposición de los muebles del salón al color de las paredes, el alicatado del baño... todo. Decisiones tomadas lentamente y de algunas de las cuales, evidentemente, estoy más orgulloso que de otras.

Pero si digo esto no es para dar lecciones (De decoración sé que no sé) lo hago porque dentro de mi gusto particular de decoración está el gusto por mezclar lo viejo con lo nuevo. O al menos con el dar una pátina nueva a objetos aparentemente acabados.

Esto me ha llevado con hacerme, en poco tiempo, con dos objetos que bien podrían encontrarse recostados junto al contenedor de la basura.

El primero de estos objetos era un cabecero, el segundo un espejo. Y me he sorprendido al ver que aquello de atribuirle a un objeto una cierta personalidad en base a aquellas cosas que ha “presenciado” es algo bastante habitual. Mi madre, por ejemplo, desconfía de un cabecero de cama viejo ya que “Vete tú a saber quien ha dormido ahí”, y Mamen, que es con quien he ido a comprar el espejo, dice que un espejo viejo es un objeto que tiene una connotación especial que da cierto repelús. Lo he hablado en más ocasiones y al final parece que es algo en lo que no creemos “peeeero” una parte de nosotros siente que los muebles sienten.

Lo curioso es que yo también lo veo un poco así, pero eso hace precisamente que me gusten más. Prefiero sin duda un mueble viejo a uno envejecido. Me gusta pensar que la gente que durmió junto al que hoy es mi cabecero era gente interesante, o que mi nuevo espejo vio como el reflejo de una familia desconocida iba cambiando tras muchos años de historias anónimas. Pero sobre todo, si vamos a inventarles una personalidad, me gusta pensar que son muebles que se creían a si mismos acabados, agujereados, rotos, gastados. Muebles resignados a vivir sus últimos años con el mismo clasicismo con el que nacieron. Pero que ahora, pintados de colores chillones, comienzan un poco de nuevo. ¿Qué reflejos verá este espejo ahora que me pertenece?

Misticismo de madera picada.


5 Comments:

  • Ey! si quieres cosas viejas te cedo todas mis objetos ruinosos y viejos q son muchos...y así me ayudas con mi Síndorme de Tirógenes!!...aunque...viendo como lo rstauras...casi que prefiero recordarlos tal y cómo eran,jajaja

    Besos.

    By Blogger Lucíayelseso, at 2:11 p. m.  

  • Pues lo acabo de poner. Aún está muy bajito y tengo que comprarle unas patas para subirlo más y anclarlo a la pared pero... bien chulo que queda!!

    Y también he forrado la parte superior de la pared del ordenador con corcho. El resultado ha quedado un poco así asá, pero las fotos que ponga ahí cubrirán los desperfectos.

    Estoy hecho un manitas!!

    By Blogger Daniel S, at 11:13 p. m.  

  • Ethan rules!

    By Blogger Psicologa Solteeera..., at 10:16 a. m.  

  • Si lo vas a clavar la pared, no necesitas patas. De hecho, ¿es necesario un cabecero? Quizás hubiera bastado con forrar de corcho la parte de la pared que toca con la cama. Por lo demás, estoy con tu madre: ¿A saber quién habrá puesto ahí la cabeza!

    By Blogger Álvaro, at 1:38 p. m.  

  • Yo también pienso que los objetos tienen cierta vida y personalidad. Pero prefiero que esa vida se la haya dado yo... Si no, esperaría que hubiese sido utilizada por una tía buena, pero no puedo evitar en toda esa gente con lepra y tuberculosis que podría haber estado utilizando ese mueble...

    Y hombre, en mi opinión desperdicias esa tradición que es ir andando por la calle y recoger un mueble de la basura... Si tuviera vivienda propia...

    Por otro lado, tus diseños son atrevidos. Es lo que tiene el daltonismo, que te da alas.

    By Anonymous Anónimo, at 8:52 p. m.  

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