ls chat sn 1asko

Me hago mayor.

Por si a alguien le queda alguna duda, mi vida social últimamente es un asco. Bueno, no diría tanto. Pero es verdad que: o estoy currando o estoy en casa. La otra variante es que esté currando en casa, como ha ocurrido hoy que, dicho sea de paso, ha sido una tarde provechosa en lo laboral. Eso que me llevo.

El caso es que, aunque todos mis amigos estén lejos, podría decir “¡qué demonios!” y salir por ahí a vivir la noche yo solo. Salir a la aventura y a ver qué me encuentro. Pero como eso sería tan impropio de mi como fregar los cacharros de la cena después de cenar… pues he dicho “¡Qué demonios, voy a entrar en un chat!” Cosa que no hago desde tiempos inmemoriales. Miento. Sí que lo hago de vez en cuando. Más o menos una vez al año. Estoy cinco minutos, me asqueo de lo que leo y me piro. No quiero decir que los chats deban ser centros de reflexión y argumentación sobre los problemas filosóficos y… -ya sabéis por donde voy- pero es que entre eso y esto…

Hay un abismo.

Evidentemente cuando chateo lo que más me apetece es hablar con una chica, no lo voy a negar, no quiero casarme con ella ni quedar ni nada. Sólo decir “Hola, desconocida. ¿Qué te cuentas?” Entretenerme un rato y punto, pero es que… no me interesa ninguna chica que aguante en un sitio así más de cinco minutos.

Yo mismo, hace bastantes años, hice una amiga en el chat –la única que he hecho en toda mi vida a través de Internet- y sí fue memorable. Imaginar encontrar a una persona como ella en mitad de tantos bufidos y explícita testosterona digital me parece imposible. Por eso lo dejo y pienso: “¡Hasta el año que viene!”

Supongo que, como he dicho: Me hago mayor.