¿Ha visto A Mistetas?
El otro día, para celebrar el día del padre, nos reunimos en un restaurante parte de la familia. Los que me conocen saben que tengo dos hermanas: Cris y Patricia (Cris un año mayor que yo, y Patricia un par de años más pequeña) y luego está Samuél que con sólo cinco años es, evidentemente, la joya de la familia. Pero al tema. El caso está en que mi padre le pidió a Samuél que contara un chiste y él, con esa vocecilla entrecortada de los niños al hablar muy de seguido, contó aquel de:
Jaimito está vendiendo salchichas. Viene una señora "Jaimito dame salchichas" Tacatacatá (Sonido "textual") Viene otra señora: "Jaimito, dame salchichas" Tacatacatá. Viene una viejecita "Jaimito, dame salchichas" y Jaimito piensa "No me quedan salchichas. Es igual, me corto la pitusa (Textual) y ya está" Tacatacatá. Al día siguiente dice la viejecita "Jaimito, que buena estaba la salchicha, dame otra"; "Pues lo siento señora pero, hasta que no me vuelva a crecer..."
Me encantó, y no sólo porque me encante escuchar a mi hermano contar un chiste (Está en una edad en la que se me caería la baba aunque le viera apaleando ancianos) también porque me di cuenta de que ese chiste era uno de los chistes de "exito" cuando yo tenía su edad. Se contaron más chistes pero él apenas sonreía no muy convencido de pillar la gracia. Pensé en cual era mi favorito a esa edad y le conté el de "El Fantasma De Las Bragas Rotas" Fue un éxito rotundo, se partía de la risa e incluso me pidió que lo repitiera. No me importa reconocer que me enternece ver a mi hermano disfrutando de lo mismo que yo disfrutaba. ¿La única diferencia? Que al final del chiste el cambio de moneda ha subido de precio las bragas de los 20 duros hasta un Euro, por lo demás... hace la misma gracia.
Y es que hasta para los chistes pasa el tiempo, claro que mucho más lento que para nosotros.
Jaimito está vendiendo salchichas. Viene una señora "Jaimito dame salchichas" Tacatacatá (Sonido "textual") Viene otra señora: "Jaimito, dame salchichas" Tacatacatá. Viene una viejecita "Jaimito, dame salchichas" y Jaimito piensa "No me quedan salchichas. Es igual, me corto la pitusa (Textual) y ya está" Tacatacatá. Al día siguiente dice la viejecita "Jaimito, que buena estaba la salchicha, dame otra"; "Pues lo siento señora pero, hasta que no me vuelva a crecer..."
Me encantó, y no sólo porque me encante escuchar a mi hermano contar un chiste (Está en una edad en la que se me caería la baba aunque le viera apaleando ancianos) también porque me di cuenta de que ese chiste era uno de los chistes de "exito" cuando yo tenía su edad. Se contaron más chistes pero él apenas sonreía no muy convencido de pillar la gracia. Pensé en cual era mi favorito a esa edad y le conté el de "El Fantasma De Las Bragas Rotas" Fue un éxito rotundo, se partía de la risa e incluso me pidió que lo repitiera. No me importa reconocer que me enternece ver a mi hermano disfrutando de lo mismo que yo disfrutaba. ¿La única diferencia? Que al final del chiste el cambio de moneda ha subido de precio las bragas de los 20 duros hasta un Euro, por lo demás... hace la misma gracia.
Y es que hasta para los chistes pasa el tiempo, claro que mucho más lento que para nosotros.
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