San Valentin

Voy a hablar de amor.
Porque sí, porque soy así de romántico. Lo admito.

Y es que sé que muchos dirán que regalarle flores a su pareja es una tontería, que es algo ridículo y comercial. ¡Pero no es cierto!

Hoy he visto a un chico de unos 17 años, tieso como un palo y con cara de falsa tranquilidad caminando por la calle con una rosa en la mano. Sus pasos eran largos, mecánicos, y aunque su cabeza se mantenía firmemente fija en el horizonte sus ojos se movian veloces de un lado a otro, deteniendose en un segundo eterno en la cara de los que le supuestamente no le mirábamos caminar hacia su objetivo.

Yo lo hice en su día. De hecho lo he hecho más de una vez. Pero el ser humano es cruel y por mucho que empatizara con su situación sólo he podido mirar a otro lado para no reirme.

Regalar una rosa no es querer a alguien.
Llevarla hasta casa... eso sí es una demostración de amor.

Ánimo, chaval!
Quizá pienses que has hecho el ridículo, y estás en lo cierto. Pero esta noche... no conducirás solo hasta el descampado!

Y acaso... ¿no es ese el espíritu de San Valentin?