El que no se consuela...

Hace ya tiempo hablaba con una chica a la que quiero mucho y que es para mi una de esas personas con las que se tiene una confianza absoluta. Ella lo estaba pasando mal por una serie de problemas laborales bastante importantes que, además, habían venido de forma encadenada. La situación era objetivamente jodida y me alegro de poder decir que en la actualidad esos problemas se han solucionado de forma completamente satisfactoria.

Pero lo que quiero contar en este post es que durante esa conversación, cuando las cosas estaban realmente mal, ocurrió algo que me sorprendió y me dio un enfoque diferente sobre lo que es el consuelo.

Ella hablaba con bastante angustia de la situación; yo escuchaba y luego hacía hincapié en los aspectos más optimistas del hipotético futuro. Sí, el habitual “Verás como se arregla” o “A fulanito le ocurrió lo mismo y al final salió bien”. Para mi era una situación normal entre amigos, similar a otras muchas que hemos vivido durante los años de amistad, hasta que ella se irritó un punto y me dijo: “Bueno, tío. Vale ya de decir que no pasa nada... ¡Sí que pasa!” Me quedé de piedra “Sí, ya sé que pasa y es muy jodido. Pero creo que va a salir bien”; “No, es que me estás diciendo todo el rato que no pasa nada y... ¡parece como si estuviera exagerando el problema!”; “No estás exagerando el problema pero es que... ¿Qué quieres? ¿Qué te diga que me parece horrible, que no veo solución y que todo va a salir mal?” Sí, ahora parece que quedarse callado es una buena opción pero... es muy difícil quedarse callado cuando alguien que te importa se está dibujando un panorama real pero deprimente. “¡Yo quiero que me consueles pero no me ayuda que digas que no tiene importancia! Cuándo tú estás mal te consuela que yo te diga: No te preocupes tío, a otra persona le pasó lo mismo y está bien”

Y yo pensé para mis adentros: “Pues la verdad es que eso... ¡sí me consuela!” Y de alguna manera me sentí mezquino por ello.

Evidentemente el consuelo es algo muy particular y que, por lo que he observado después, tiene cierta diferencia entre hombres y mujeres. Seguro que me equivoco y siempre hay excepciones pero me da la sensación de que las mujeres a la hora de contar un problema buscan más que el que escucha se “solidarice” con su problema, mientras que los hombres buscamos una cierta “minimización” del mismo.

Después, pensando lo extraño que me había parecido la reclamación de mi amiga, no dejaba de venirme a la mente la imagen de que una persona triste... se pone música triste. Es algo que nos parece lo más normal del mundo, pero no deja de tener una cierta extrañeza. La lógica nos dice que el dolor duele y que deberíamos hacer lo posible para apartarnos de el, del mismo modo que si pones la mano en el fuego la respuesta es apartarte inmediatamente. Pero supongo que cierto nivel de regodeo en el dolor nos alivia y nos ayuda a recordar que estamos vivos.

Wilson le dice a House: “Disfrutas destrozando tu vida” y él contestaba “Si lo hago entonces no estoy destrozando mi vida, la estoy disfrutando!”